Días de guardar
Renuncio, me cedo a la inmovilidad, al silencio. Busco un lugar en la arena húmeda donde hundir mis pies: me anclo.
No tengo que hacer nada: ni resistir, ni combatir, ni responder, ni reaccionar. Sólo ser - ser sintiente, sólo estar.
La repetición de los días ya inició: se recuerdan sagrados, como reencarnados. Son días de guardar, y yo les aguardo inmóvil, enterrada, con toda la furia que aún les queda.
Recuerdo: esas horas trajeron la muerte. Recuerdo temerle, recuerdo huirle, recuerdo querer ser más fuerte. Recuerdo: conocí la muerte.
Hoy me cedo a los días que se recuerdan: soy con ellos, soy en ellos, y les siento: se encarnan en mi cuerpo y me arrebatan lo suyo, lo que les fue negado: llanto desgarrado, imploración, sentir mutante, grito retorcito, grito silencioso a fuerza de dolor.
Son días de guardar. No hay que hacer nada, sólo ser y estar, sentir.
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