Hay días

Hay días en los que soy toda impaciencia, angustia y frustración, y todo lo que hago en esos días se siente insuficiente, insustancial, superficial. En esos días soy toda tristeza, melancolía y nostalgia, y toda la belleza y luminosidad de la vida me son ajenas.Y no puedo conmigo misma, y me odio y me recrimino por no ser perfecta, por no poder dar más a mi misma y todos a quienes amo. Y me veo horrible, me siento un monstruo, y me digo que no soy capaz de dar amor, que soy la peor compañía. En esos días me quiero rendir, dejar de intentar, dejar de soñar con volar y abrazar el mundo con mis alas (que no tengo). En esos  días por momentos simplemente me rindo. Entonces la vida se siente tan pesada, tan cansada, tan imposible, que todo pierde sentido y me entrego al vacío que se abre. En esos días todo me duele al mismo tiempo: el cuerpo, el alma, el corazón, la mente. Y ese dolor me hace insoportable a la vista, el trato y la compañía. Pero aún en esos días intento ser paciente conmigo misma, amable conmigo misma, compasiva conmigo misma, y me repito que nada es para siempre y que esos días pasarán, me recuperaré y podré volver a intentarlo. Pero a veces son tan terribles esos días que no logro reunir ni un gramo de energía y disposición para esperar que la tormenta pase, y yo misma me convierto en una tormenta.
Y creo saber la razón de esos terribles días: es que sigo queriendo todo, porque sigo pensando que puedo lograr todo lo que es importante y valisoso para mi: una mente brillante, un desempeño excepcional, el autocuidado vital, y el amor atento y cuidadoso. Porque aún no aprendo a ser honesta, porque aún me duele renunciar. Y sé que debo recordar que soy sólo un ser humano con capacidades limitadas, y debería aceptar que no puedo con todo. Y eso hace más intensas las sensaciones, los sentimientos y los dolores de esos días malos. 
En esos días querría poder alejarme de todos, porque ahora sé que puedo lastimarles, que puedo herirles, y lo último que quiero es eso, porque lo único que quiero darle a las personas es amor, comprensión y compasión. Pero, ¿a caso es posible dar todo eso a otras personas si no soy capaz de dármelo a mí misma? Quizá porque sé que es complicado, es que en esos días prefiero callar y busco la soledad, porque ahora sé que es en el silencio de la boca y en la ausencia temporal del contacto humano donde podré reencontrarme y reconectar con quien soy y con quiero y puedo ser para y con los demás. Sí, porque en esos terribles días me pierdo de mi, me olvido de mi, estoy vacía de mi. 
Querría poder decir que esos días realmente son pocos, pero no, no son pocos y, además, son recurrentes. Querría poder evitarlos, y a veces lo logro, pero otras veces no. Pero sabes, soy solo un ser humano, terriblemente imperfecto y, a veces, monstruoso. 
Y quizás en esos días sólo necesite tu compañía sin palabras, el calor de tu abrazo y de tu mano tomando la mía, y tu mirada atenta cuando hablo, porque cuando tú me escuchas siento que vuelvo a conectar con la vida, con el mundo, con el amor. Y no espero que puedas darme esto siempre que lo necesite, porque sé muy bien que tú también tendrás días terribles en los que no tendrás energía, ánimo y disposición para estar conmigo y escucharme, porque la vida también se te va a agolpar con toda su variedad de situaciones complicadas y dolorosas. Habrá momentos en que ambos estemos pasando por esos días terribles al mismo tiempo, y quizás sea complicado ser empáticos, comprensivos y compasivos el uno con el otro, pero ¿podemos, por lo menos, intentar ser honestos con nosotros mismos y aceptar cuando no estamos en condiciones de brindar esa empatía, comprensión y compasión en los días difíciles?, ¿podemos intentar decirnos y pedirnos espacio y tiempo para simplemente ser imperfectos y monstruosos en la compañía del otro, sin juzgarnos, sin exigirnos nada distinto a lo que podemos dar en esos momentos?, ¿podemos darnos el uno al otro esa oportunidad?, ¿podemos guardar en una cajita un poco del amor que nos tenemos en los días luminosos y ligeros para usarlo en esos días terribles en los que no podemos ni con nosotros mismos?, ¿podemos seguir amándonos en esos días tristes, pesados, grises?
Sé muy bien que has pasado dos meses terribles, que has tenido que partirte en mil para intentar atender muchas cosas a la vez, a muchas personas a la vez, muchas exigencias y autoexigencias a la vez. Lo sé muy bien. Y también sé muy bien lo que se siente en esos momentos, porque lo he vivido yo misma antes, muchas veces, y porque lo estoy viviendo ahora de nuevo. Y te pido perdón si en estas últimas tres semanas he sido impaciente y poco empática en algunas ocasiones, si he malinterpretado tus palabras, y si no he logrado ser clara con respecto a lo que siento y necesito. Quizá en las siguientes dos semanas todo se complique para mi y no tenga lo que se necesita para ser del todo empática contigo, o al menos no todo el tiempo. Este mes ha sido muy pesado, difícil y duro, y en este momento sólo intento salvar y hacer bien al menos un poco de todo lo que inicié este año. Sé que tendré que tomar decisiones difíciles una vez que termine el semestre, pero por ahora sólo intento terminar este semestre de la manera más integra posible, aunque mis fuerzas y mi ánimo ya no me alcanzan para ello.
Sé muy bien que la versión de mi en estas circunstancias es terrible, y ya la has empezado a conocer. Me pregunto si podrás encontrar un poco de compasión, paciencia y empatía para esa versión de mi; me pregunto si podrás amarla también; me preguntó si querrás amarla.

Comentarios