Nada es fortuito

Despué del saludo protocolario de base, R siempre pregunta que si recuerdo mi diagnóstico. Yo respondo que sí: depresión y ansiedad. Me queda claro, después de esta tercer sesión con él, que la pregunta forma parte del "ritual" psicoterapéutico y que, por ello, tiene una razón de ser. En el proceso de preguntas y respuestas característico de nuestros encuentros, lanzó una sentencia que confirmo una intuición que había empezado a tomar forma en mi cabeza desde varios meses atrás: "nada es fortuito". Lo dijo sin vacilar, de forma muy categórica, y tomándo todos los cuidados en su expresión corporal y gestual para que el mensaje me llegara de forma clara y contundente. 

El me había preguntado cómo me había sentido durante las semanas que transcurrieron entre la segunda y la tercer sesión. Le dije que la ansiedad había regresado: 

A: La semana pasada tuve probemas para conciliar el sueño, incluso me desperté a media noche sin poder volver a dormir inmediatamente porque se me espantó el sueño y además mi cabeza se enfrascaba en preocupaciones, recuerdos, planes... lo típico de la ansiedad. También he notado que aumentó la sensación de desgano y de sin sentido, y esto ha hecho cada vez má difícil que salga de la cama, incluso postergo a voluntad el tiempo dormida. 

R: ¿Pensamientos suicidas?

A: Sí

R: ¿Piensas en cómo puedes hacerlo?

A: No, sólo pienso que no quiero vivir sintiéndome así. 

R: ¿Distracción?

A: Mucha. Se me olvida si apagué la plancha o la estufa, se me olvidan las razones por las que voy de un punto a otro de la casa, o si estoy buscando algo olvido qué es eso que busco, o se me olvida si cerré la puerta cuando salgo de casa. Un par de ocasiones se me olvidó poner la palanca de freno en el auto.

R: ¿Cómo sabes que lo olvidaste?

A: Pues porque me recuerdo a mi planchando pero no me recuerdo desconectando la plancha, también recuerdo que desayuné pero  no recuerdo el momento justo en que apago la lumbre. Entonces me tengo que regresar para checar si hice todo eso, la mayor parte resultó que sí hice todo eso que olvidé. En el caso del auto, me di cuenta cuando estaba ya con un pie fuera y el auto se empezó a mover. 

R: ¿Pero te regresas porque sabes que olvidaste hacerlo o porque crees que olvidaste hacerlo? 

A: Porque creo que lo olvidé.

R: Esos son francos síntomas de ansiedad.

A: Sí, ya he logrado identificar bien cómo se manifiesta en mí la ansiedad. Sé, por ejemplo, que el problema de insomnio es causado por ésta. Creo que en esta ocasión podría ser que mi indisciplina haya provocado el pico de ansiedad. Me he estado durmiendo muy tarde, incluso me he desvelado varias veces, o sea que la pastilla también me la he tomado ya muy entrada la noche, y esto ha desajustado no sólo mi sueño sino mi rendimiento en todas mis actividades: me levanto tarde, no puedo salir a correr ni hacer yoga, no como bien, ando con prisa, no termino mi trabajo, llego tarde a todas partes o llego justa de tiempo,  me siento insegura en  mis clases porque nunca puedo terminar de prepararalas, me siento cansada y somnolienta todo el día, y esto hace que no pueda tarminar nunca los pendientes, se me junta más el trabajo, me estreso, me desvelo, no duermo bien, y ... pues el círculo vicioso. 

R: ¿Llanto?

A: Uy! Mucho. 

R: ¿Por qué?

A: Bueno, el no poder rendir bien en mi trabajo me pone.... triste... o más bien, me frustra y me desanima, y lloro. El volver a tener insomnio también me ha hecho llorar porque ahora sé que si no puedo dormir bien todo lo demás se descompone, y quiero dormir y hago lo que puedo para poder dormir pero no puedo, mi mente se acelera y no puedo frenarla fásilmente. Además, esta última semana he estado mucho más chillona porque en estas fechas hace un año estaba enferma de COVID, y recordar cómo me sentí durante la enfermedad y todo lo que ésta desencadenó me ha puesto muy mal. No sólo recordar el miedo a morir, o el sentir que cada respiro podía darme indicios de la cercanía de mi muerte, sino la muerte real de alguien en estas fechas me ha hecho llorar mucho. Aún sigo sin entender por qué esa muerte me ha pegado tan profundamente, entré en un estado como de shock que me duró meses, después de su muerte fue como si algo en mí se apagara y me hiciera estar en piloto automático. Desde hace tres semanas lo veo en todas partes, en cada hombre en que identifico algún rasgo de él. Y no entiendo por qué, no entiendo nada.

Mientras decía todo esto mi voz se cortaba por el llanto incesante. R me preguntó sobre las circunstancias de esta muerte y sobre lo que sentía respecto a ellas. Le dije que, aunque no había sido una muerte por COVID, la pandemia imprimió en ella su sello: él murió solo porque el hospital aisló  esa sala por el brote del virus y porque, como consecuencia de dicho brote, toda su familia y yo habíamos enfermado y permanecimos la cuarententa con un cuadro fuerte e inhabilitante de la enfermedad.

R: ¿Qué significaba esta persona para ti, qué sentías por ella?

A: Lo apreciaba, y pocos meses antes que lo hospitalizaran había empezado a sentir que estábamos encontrando la forma y el canal para comunicarnos. No es que no hablaramos antes, pero por muchos meses el contacto era muy cuidadoso por parte de ambos, como si nos intuyéramos y nos estuviéramos dando tiempo para encontrar el ángulo preciso que nos haría conectar. Y a finales del año antepasado empecé a sentir que la distancia entre ambos se acortaba, y entonces pasó todo lo demás.  

R: ¿Cómo te sientes con la forma en que sucedieron la cosas?

A: Enojada... muy enojada, y frustrada, impotente. No había forma de que las cosas pasaran de manera distinta, y ese siempre fue mi miedo. Pero además, en este caso yo no tenía ni voz ni voto: no era nadie para opinar sobre lo que se podía o no se podía hacer, nadie para opinar cómo hacerlo, tampoco era nadie para hacer lo que quería hacer.

R: ¿Qué querías hacer?

A: Entrar a verlo, tomarle la mano y decirle lo que sentía, decirle que íbamos a estar bien. Me quedé con las ganas, quizá porque cuando las sentía me daba cuenta que si yo entraba era tiempo que él no estaría con su familia. Pero no entiendo por qué he sentido todo esto... en realidad no entiendo nada de lo que produjo todo esto que ha pasado. 

Puedo reproducir detalles precisos del momento en que, tras yo decir lo anterior, R dejó de escribir y alejó su atención de la tableta donde toma notas, para juntar sus manos sobre el escritorio, dirigir su mirada hacia mi y decirme que aunque yo no lo entienda o que aunque a mi me pareciera que no hay razón evidente, todo lo que siento anímica y físicamente tiene una razón, que esa razón se relaciona con personas, situaciones o experiencias que me han marcado a lo largo de mi vida y que se han quedado guardada en el inconsciente, activándose con esta experiencia más reciente:

R: Alguna pérdida tuviste en algún punto de tu vida que se activó con la muerte de esta persona, y que se vuelve a activar conforme se acerca su aniversario luctuoso. Y no tiene que haber sido una pérdida por muerte, puede ser que en tu niñez, adolescencia o ya en tu vida adulta te hayas separado de alguien muy querido con quien no pudiste tener contacto después, y que su ausencia haya provocado un dolor tan profundo que de alguna forma o en algún grado se parece a esta pérdida que has tenido recientemente.  Incluso, puede ser que él o la forma en que se dio tu relación con él te recuerde a alguien o alguna relación del mismo tipo. En todo caso, lo importante es que entiendas que nada de lo que sientes es fortuito y que una parte del trabajo que intentamos hacer aquí está enfocado en poder arrojar luz a esas partes que ahora no puedes identificar. 

Nada de esta explicación fue novedosa, la había leído meses atrás en mi intento por entender lo que me pasaba, pero sólo la comprendí en esta ocasión en el que él la planteó. Aunque lo importate no es ni la explicación ni haberla comprendido, sino que de forma indirecta, mientras se desarrobaba la sesión, me di cuenta que este también es mi duelo, porque alguien cercano a mi murió, alguien con quien empezaba a sentir más cercanía y por quien sentí un cariño nuevo para mi, y que, ante esto, si siento dolor lo único que debo hacer es simplemente sentirlo. 

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