Soñé que volaba

No era de noche, pero el cielo estaba oscuro por las enormes y densas nubes grises de tormenta. Tampoco era muy temprano, por lo que todo alrededor se veía oscuro en distintos matices. 
No me recuerdo en el piso. Sólo recuerdo que de pronto el fuerte viento me jaló hacia arriba, arrebatándome de tu lado. Estiraba mi mano, la cual no recuerdo jamás haber tenido unida a la tuya pero la estiraba para alcanzarla y asirme a tierra. Tampoco recuerdo si tú estiraste la tuya para jalarme, tan sólo recuerdo tus ojos que eran y no eran, al mismo tiempo, los tuyos. Por momentos te reconocía en mi sueño, por otros simplemente eras alguien de quien podía jalarme para estar en tierra, alguien cuya mano podía salvarme de salir volando por la tormenta.
Tenía mucho miedo, luego se convirtió en pánico. Estiraba mi mano para alcanzar la tuya pero no sólo era imposible sino que el viento seguía elevándome sin pausa, y mientras más estiraba más miedo me daba. Empecé a llorar y a gritar. No recuerdo decir nada, sólo recuerdo el llanto y mis gritos porque me estaba yendo y no podía evitarlo, me jalaba la tormenta. 
Así en cuestión de segundos me elevé. Me alejé por el cielo. Te veía lejano y pequeño, cada vez más, conforme la tormenta me elevaba. De prontó ya estaba muy arriba. Estiraba ambas manos pero no para seguir intentando alcanzar a agarrarme de algo o de alguien, sino porque el viento me pegaba tan fuerte en la parte del abdomen que me doblaba haciendo que mis piernas y mis brazos quedaran estirados. Seguía llorando y gritando, pero ya estaba resignada, sabía que no iba a poder detener ese viento y que si lo detenía iba a caer sin control. 
Seguía llorando y gritando, a nada y a nadie, sólo por miedo. De pronto, estando muy arriba, ya sin distinguir del todo lo que había en tierra, el viento me pegó con la misma fuerza en todas las partes del cuerpo. Quedé totalmente estirada, boca abajo, como si un colchón de aire me sostuviera por debajo. Yo seguía llorando pero ya no gritaba, empecé a sentir placer estando en esa posición, sintiendo el aire, cada vez menos violento, rozar mi cuerpo. Lo sentí en la cara, un viento frío pero suave. Volví a voltear a tierra y ya nada estaba a mi alcance, pero yo sentía el viento en todo mi cuerpo, y estaba planeando, estaba siendo sostenida en el cielo por un viento suave y calmo. 
Continué llorando pero ya no era de miedo, de pronto el llanto se alternó con una risa y con la sensación de tranquilidad y gozo: me di cuenta que estaba volando. Supe que nada podría regresarme a tierra, y que si regresaba sería porque la tormenta había cedido y yo caería sin poder evitar la muerte. Supe todo eso, supe que no podía ni aferrarme, ni regresar salva, pero estaba feliz porque estaba volando, o más bien, estaba flotando en el cielo guiada sin rumbo aparente por aquella tormenta que en ese punto ya estaba menos fuerte. 
Recuerdo haber pensado, antes de despertar: "qué importa, estoy volando, y esta sensación bien vale todo". 
Dejé de llorar y gritar. Antes de despertar, en el sueño sólo estaba yo en medio de una tormenta, siendo movido por el viento de un lado a otro, y estaba feliz porque estaba volando.