Guardia nacional

Les da por instalarse en el acceso a fraccionamientos o colonias populares. O quizás sea que son los únicos lugares por los que paso, dado que, además,  yo vivo en uno de ellos. Por lo menos cuatro pickups y ocho hombres bien equipados para disuadir a los "malandros" principiantes o pendejos que se les topen. 

Con toda la elocuencia que les da el uniforme, las armas y las camionetas, interrumpen tu paso por la mañana, temprano, y por la noche, ya pasadas las 10. Como si "los delicuentes" tuvieran horario de oficina. 

Por la mañana, uno de ellos ondea una banderita anaranjada, mientras los demás mueven sus lámparas de mano queriendo imitar el que hace el de la bandera. ¿Qué significan esos movimientos? En verdad me da terror pasar por sus retenes porque no sé cuándo interpretaré mal sus ambiguas señales. 

Por las noches, lo único que cambia es que en lugar de bandera es una luz la que te echan , la cuál no sólo te marea porque va de un lado a otro sino que, además, te encandila y no te permite ver si el resto de los hombrecitos hacen alguna señal que haya que interpretar. 

Deberían dar un manual de señales.

Me orillo, freno. El de la banderita o el de la luz (depende la hora por la que pases por el retén) se acerca a la ventana del copiloto. Supongo que piensan que mi auto tiene ventanas eléctricas, o que mi acompañante invisible bajará el vidrio, o  quizá no piensen nada y les valga reverenda madre porque... pues son "autoridad" armada.

Bajo el vidrio, estirándome desde el asiento del piloto. 

"Buenos días, somos la guardia nacional", dice el hombre. 

"Sí, ya me di cuenta", respondo inmediatamente moderando mi molestia. A nada estuve de decirle "¿A poco?!". Pero aún soy miedosa y ese día estaba cautelosa porque no andaba de humor y cualquier pretexto me sacaría de control. 

"Estamos en un operativo de prevención del delito", continuó. 

"Ok", respondí de nuevo inmediatamente. 

Se me queda viendo unos segundos que transcurrieron en silencio. Aún hoy, tras días del suceso, sigo sin entender esa mirada y ese silencio. 

"¿Hacia donde se dirige?", retomó.

"A mi casa", respondo seca y en tono ya de evidente molestia. De nuevo la mirada y el silencio. De nuevo mi desconcierto. 

"Pase", concluyó. 

Arranco sin cerrar la ventana, porque mi carro no es eléctrico. Derrapé un poco, en parte la molestia, pero sobre todo porque estaban en pendiente, mi auto es manual, y yo sigo sin dominar el arranque en subida después de doce años sin manejar. 

Imagino que es una cuestión de protocolo debidamente justificada y premeditada, pero esa pregunta de "¿hacia donde se dirige?" me parece de lo más absurda, porque no creo que haya alguien que les responda "a robar", "a matar", "a secuestrar", etc. ¿O sí?




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